jueves, 31 de marzo de 2011

Jab We Met 2007


Una de mis favoritas... forma parte del soundtrack de la película india: JAB WE MET..

La canción tiene una energía impresionante.. capaz de despertar a cualquiera!!

Y la película.. excelente! una mezcla de amor, comedia y drama que encantará a cualquiera...

lunes, 21 de marzo de 2011

Nairobi, Kenya. Visita a Orfanato Infantil (Parte II)

Estela tenía su matatu, recogió a los niños y nos fuimos al sitito donde estaban viviendo. Era un edificio pequeño, no muy lejos de donde estábamos. Solo 4 pisos, ellos estaban en el último. Era una especie de pensión que solo alquila cuartos, para el orfanato tenían tres: el dormitorio, la cocina y la oficina de Estela.

No era muy bonito, de hecho era bastante sucio. Mientras subíamos por las escaleras observamos las paredes rayadas, mal olor en las esquinas, las personas que ahí habitaban nos miraban con cierta rabia que nunca entendí. Se escuchaban gritos de una madre regañando a su hijo. Sábanas recién lavadas colgando por los muros, goteando. Un señor fumando recostado a su ventana nos saluda con la mano. Unas mujeres se esconden al notar nuestra presencia.

Tomando en cuenta los espacios, era más cómodo. Pero no. Ella estaba feliz de irse de aquel lugar. Los niños estaban creciendo en un ambiente inadecuado.

Nos contó Estela, que en los pisos de abajo vivían prostitutas y continuamente daban “espectáculos” de alcoholismo y drogadicción. Además, también habitaban traficantes y “otro tipo de personas”. No especificó qué tipo, pero tampoco deseo imaginarlo. Con lo que nos había dicho era suficiente para sacar a los niños de ahí. No podían jugar tranquilamente, Estela les tenía q llamar la atención continuamente porque terminaban interactuando con los vecinos en su necesidad de hablar, conocer. Definitivamente este no es sitio para  almas vírgenes de vicios.

Hora de la merienda. Sacamos el pan. Creo que este fue el momento más difícil para mí. No sabía si reír y disfrutar de la euforia de los niños con la lonja de pan q le daban o llorar por el mismo motivo. ¿Era real lo que estaba viviendo?  ¿Estos niños a pesar de lo duro que les ha tocado vivir, todavía ríen porque tienen entre sus manos un pedazo de pan? Pan sin nada, sin relleno. Algo que para nosotros simplemente no tiene sentido.

Estaba sentada en un sofá en la oficina de Estela mientras observaba el momento. Lo recuerdo como si fuese ayer. Tuve que respirar profundo varias veces para centrarme nuevamente y no dejar que mis emociones me dominaran. Alejandra me ve, y se da cuenta. Abre sus ojos a lo máximo en señal de “cálmate, te entiendo, pero debes calmarte”.

Consigo volver al mundo real y dejar al emocional a un lado. Los niños entran, y Estela quiere mostrarnos por qué está tan orgullosa de ellos y tan agradecida por la ayuda. A los más pequeños, quienes se inician en el inglés, les pregunta “la lección”:

-              - ¿Qué colores ves en la sala?

Uno de los chicos responde, muy seguro de sí. Describe los colores de las paredes, de los muebles, de las portadas de los libros que Estela tiene en su escritorio, de su ropa y la ropa de sus amigos.

-          -    ¿Y ella, Alejandra, de qué color es?
-          -    ¡Blanca!
-          -  ¿Y Johanna?
-          -   ¡Caramelo!

Se ríen todos. Pero sí, es cierto, ¡soy color caramelo!

Entre todos nos dieron la bienvenida en coro. Nos cantaron una canción que hablaba de la amistad y los corazones puros. No llorar, ya era una prueba de fuego. Pero la superé. Quienes me conocen, saben que soy muy sentimental y que estas situaciones me ponen susceptible. Pero en ese momento no podía ser egoísta, no se trataba de mí, de mis sentimientos. Esta vez eran ellos, y no podía hacerles saber a través de mis lágrimas que ese no es el mundo que se merecen.

Habían niños muy vivaces. Hasta sumas y restas nos hicieron. Estela está haciendo un gran trabajo con ellos. Y no solo en el ámbito educativo, sino en el espiritual. Les leía la biblia y cantaba canciones de alabanza. Les hablaba de lo bueno y lo malo.

Mientras los niños nos daban lo mejor de sí en sus demostraciones musicales, me desconecté. Y estuve reflexionando. ¿Alguna vez le agradecí a la vida por darme la oportunidad de estudiar en una buena escuela, de entrar a la universidad que quería (dos veces), de tener un hogar con valores y crecer en un ambiente sano, de tener mis tres comidas diarias, entre muchas otras cosas?

Nuestras madres, cuando éramos niños siempre  decían que  nos comiéramos todo “porque hay niños que no tienen nada”. Siempre terminaba mi plato, pero no por esa sentencia. Ahora, me cuesta demasiado dejar algo en él. O botar comida. Nunca me ha gustado desperdiciar nada, pero a veces toca. Después de esa experiencia, me sienta fatal. Y siempre pienso “hay niños en África que se emocionan por un pedazo de pan”.

Salimos del lugar. Dejamos los niños a cargo del chofer, y nos fuimos con Estela a una tienda de materiales para la construcción a comprar las lajas de concreto para el piso y otras cosas necesarias. En el trayecto, Estela no paraba de agradecer a Dios por darle la oportunidad a través de Asha (la amiga de Alejandra) de construirles un futuro mejor a sus niños. Contaba que había sido muy duro llevar a cabo la dirección del orfanato sin la ayuda de su difunto esposo, pero sus ganas eran tremendas.

Hace ya más de dos años y pocos meses de eso. Y al recordarlo, no puedo evitar sentir las mismas emociones de aquella vez. Agradezco mucho a la vida, a Dios, a Alejandra y a Carlos (mi novio, quien me llevó a Kenia) por estar en el momento indicado y brindarme la oportunidad de haber vivido esta experiencia. Ver con mis propios ojos y sentir cada escalofrío,ha sido una gran lección de vida.

A veces nos quejamos del menú que nos sirven en el comedor de la universidad, del desayuno sencillo que nos hacen en casa, de lo lejos que está la universidad o la escuela. Nos quejamos porque no podemos ir al cine un día, porque no pudimos salir un viernes porque estábamos estudiando. Nos quejamos porque debemos caminar y viajar en bus y no tenemos carro.

Vivimos quejándonos. Pero no agradecemos. 


No agradecemos a nuestros padres por existir y brindarnos cariño, paciencia, dedicación. No agradecemos tener un techo cómodo donde dormir, donde comer, donde soñar. No agradecemos tener acceso a la educación.

No agradecemos por tener zapatos para caminar...

A pesar de pasar el día aguantando las ganas de llorar, contrario a lo que pensaba, al llegar al apartamento no lloré. Bueno, no lloré mucho. Estaba contenta. Sé que esto  será parte de mis futuras acciones hacia el mundo, sé que esto solo ha sido inspiración para algo más grande.

Aprendí que a pesar de las circunstancias, nada puede hacer que nos detengamos si nuestro propósito es bueno. Estela venció adversidades y ha salido adelante, con 25 niños. Y lo sigue intentando.

Aprendí que se siente bien ayudar a quienes nos necesitan. A pesar que no hice nada relevante y que mi presencia fue solo circunstancial, esta experiencia hará que grandes cosas estén por llegar.


Gracias por leerme.